La Patata Tórrida


¿PUEDE HABER EN EL MUNDO ALGO MÁS DESPRECIABLE QUE LA ELOCUENCIA DE UN HOMBRE QUE NO DICE LA VERDAD?
Thomas Carlyle


Arriendo Departamentos en Valparaiso

jueves, 21 de febrero de 2013

Canción a una Muchacha Ajedrecista Muerta



In Memoriam : Macarena Baráibar
De Miguel Arteche, chileno, Premio Nacional de Literatura 1996

No conocí a Macarena. Sólo sé que fue una promesa del ajedrez, y que alguna vez ganó no sé cual torneo oficial del ajedrez chileno. La conocí más bien a través del maestro René Letelier, quien tuvo el propósito de incluir en alguno de sus libros, la canción que su amigo Miguel Arteche  le dedicó después de su muerte; porque ella murió en un parto prematuro a la edad de 22 años. Era una muchacha hermosa y cristalina. Nació el 26 de octubre de 1961 y vivió hasta el 27 de enero de 1982. Pereció de repente – de muerte injusta – como espora aventada por una brisa estival, y el poeta la abrigó con su espíritu después de muerta. Tal vez la divisé alguna vez jugando en el club Chile. Sólo que en la década del ochenta yo casi no frecuentaba sus salones.


Llueve sobre el verano del tablero
En blanco y negro llueve sobre ti.
Nadie controla tu reloj ; te espero para jugar allí.

¿Tú mueves o yo muevo? Quién lo sabe.
Quién sabe si allá juega o juega aquí.
De pronto tu tablero es una nave
Que te lleva y nos lleva hacia el jardín,
Hacia un jardín remoto de caballos
que inmóviles nos miran, y a un alfil
que ,negro lanza rayos, rayos, rayos,
y hace mil años que está de perfil.
 
Hacia un jardín remoto de tres torres

donde una dama blanca va hacia ti,
te llama a ti, y tú hacia ella corres
y no hay en ella fin.

Donde un peón ha roto ya los sellos
y te ciñe las sienes de marfil,
y un rey recoge ahora tus cabellos
para cubrir con ellos su país.

Hacia un jardín remoto al mediodía

donde el agua se tiende en su dormir
y ya no hay sed y nunca hay todavía
y hay un árbol de sol en el jardín.

Sólo que tú no estás. Y está la luna
cayendo interminablemente en el jardín
sobre las soledades de una cuna.
Y hay olor de silencio y de partir.